El Duende de la Nalca

" En la Patagonia son pocos los seres humanos que hay si la comparas con muchas de las partes pobladas del planeta Tierra. A pesar de ello, de entre todas las personas que hay, son bastantes los personajes variopintos y estrafalarios que por allí pierden el tiempo de sus efímeras vidas.
Hoy quiero dedicar esta actualización a uno de mis compañeros espontáneos de rutas y aullidos. La descripción que a continuación realizaré, no será muy detallada, pues después de haber convivido unos días con este extraño animal, voy a respetar su deseo de no ser del todo identificado.
Me dispongo a hablar de un ser vivo de costumbres toscas y hurañas, al que no le gusta mucho relacionarse con los seres humanos. Pocas son las personas que lo han logrado ver con claridad, en parte gracias a su no más de 1,10m de estatura.
No puedo determinar exactamente la edad que tiene, pero los mapuches ya hablaban de una especie de gnomo del bosque que se dedicaba a ir de rama en rama buscando piñas de las araucarias para alimentarse de sus piñones como si se tratase de una ardilla.
Actualmente ya se saben algunas cosas más de él. Hace años iba abrigado con pieles de las vacas de los granjeros. Las mataba para tocar los cojones a los pobres hombres trabajadores y pasaba las noches más heladas metido en sus tripas para no acabar congelado. Cuando se hacía de día, si lo necesitaba se llevaba las pieles para abrigarse. Si no las necesitaba, en la piel del animal escribía con un hierro candente: “ Tonto quién lo lea y se salva quién encima se mea”. Ahora ya no se le ve con ese tipo de indumentarias, pues des de que descubrió los materiales sintéticos prefiere tocar los cojones a los turistas y robarles sus chupas y forros polares. Es importante destacar que como bien se puede ver en la foto, no elije los modelos más acertados.
En alguna ocasión, algún intrépido patagón se ha parado en medio de la carretera para hablar con nuestro personaje, pero como si se tratase de un acto reflejo, se tira un fétido pedo capaz de desintegrar la vestimenta de la buena persona que le pretende ayudar. Algunos dicen que aprendió esta técnica del hurón, una especie de mofeta que también habita los frondosos bosques de la Patagonia.
Si tenéis la suerte de encontrarlo por los caminos de ripios, es muy probable que le veáis con un cacho de la tija de la planta nalca, su alimento favorito. Si por casualidad os mira seguramente creeréis que os sonríe. Las personas menos mal pensadas del mundo dicen que lo hace por que es muy simpático, pero teniendo en cuenta lo de los pedos...Queda demostrado que simplemente es la cara que se le pone al pegarle un mordisco a la nalca(de sabor muy agrio). Precisamente al morderla, se le queda la misma cara que se le ponía al Fary (que por cierto, es su dios) comiendo limones.

Podría decir muchas más cosas de esta cosa, pero no puedo arriesgarme a morir gasificado a base de gas metano en el caso de daros más información de la pactada.
En fin, si alguna vez os atrevéis a viajar hacia donde “el diablo perdió el poncho”, afortunados seréis(o no) si os encontráis al Duende de la nalpa. "